Titua: Conexión con la feminidad
La Titua es una construcción sagrada de origen ancestral cuyo propósito es restaurar el equilibrio entre las energías masculina y femenina, conectando el cielo y la tierra a través de un espacio de sanación y sabiduría. Su edificación forma parte de un sistema pensamiento, filosofía espiritual de las comunidades nativas, particularmente en el pensamiento muisca, donde la territorialización y el ordenamiento del ser están intrínsecamente ligados a la armonía con la naturaleza y los ciclos celestes.
Orígenes y Significado
El concepto de la Titua proviene de tradiciones ancestrales que comprenden la relación entre la humanidad y la Madre Tierra. La edificación de estas casas sagradas se basa en el conocimiento transmitido por los y las conocedoras de la sabiduría ancestral, llamados Abuelos y abuelas, quienes han resguardado la memoria y las prácticas de conexión con lo sagrado femenino y masculino.
La Titua tiene un bastón central, un eje de conexión entre el cielo y la tierra, que en tiempos antiguos era un tronco de guayacán que puede llegar a tener un diámetro de hasta 80 centímetros de diámetro, de ancho y hasta a 35 metros de alto, transportado desde tierras lejanas recorriendo una extension de hasta 80 kilometros, cargado por los hombres durante todo el trayecto en un baile ceremonial. Este proceso representaba el equilibrio y el respeto por los ciclos de la naturaleza. En este espacio, se restablece la conexión con la divinidad femenina, la Madre Bagüe, que representa la oscuridad primordial de donde surge toda la vida.
El bastón central de la Titua simboliza la conexión entre el pensamiento humano y el orden natural, recordando a la comunidad la importancia de la armonía con los ciclos de la tierra. Su presencia dentro de la estructura marca el centro de energía del espacio sagrado, donde se realizan ceremonias de sanación y enseñanzas sobre la relación entre la mujer, el cosmos y la vida terrestre.
Además de su función espiritual, la construcción de la Titua sigue un diseño basado en conocimientos ancestrales de arquitectura sostenible. Se emplean materiales naturales como madera, paja, barro y fibras vegetales, respetando el entorno y asegurando una integración armónica con el paisaje. La estructura está diseñada para facilitar la circulación de energías y reforzar el sentido de comunidad entre sus habitantes.
La construcción de una Titua requiere una planificación meticulosa que involucra a toda la comunidad. Antes de iniciar la edificación, se realizan rituales de pagamento en los territorios sagrados para pedir permiso y armonizar el proceso con las fuerzas de la naturaleza. Estos rituales incluyen ofrendas a la tierra y cantos ceremoniales que conectan a los participantes con la energía de la Madre Tierra y el Padre Sol.
La estructura de la Titua está diseñada para ser un reflejo del cosmos en la tierra. Sus materiales, dispuestos de manera armónica, generan un espacio de resonancia energética donde se llevan a cabo encuentros de enseñanza y sanación. La ubicación de cada elemento en su construcción sigue principios ancestrales que garantizan un flujo adecuado de energía, permitiendo a quienes habitan la Titua experimentar un estado de equilibrio y bienestar.
La construcción de una Titua busca restaurar el orden espiritual y social. Se concibe como un lugar de resguardo para la sabiduría femenina, donde se comprende y se honra el ciclo de la luna, la conexión con el sol y el rol de la mujer como guía y ordenadora de la comunidad. En su diseño arquitectónico, la Titua de la mujer representa el vínculo entre el cielo y la tierra, mientras que la Titua del hombre calma la energía masculina, promoviendo el silencio, la contemplación y la espera de la guía femenina.
La organización de la comunidad en torno a la Titua sigue el trayecto del sol, situando la casa comunitaria al oriente, de donde surge la luz, esperando la voz de la mujer que comprende y ordena según el oráculo universal.
Impacto y Relevancia Contemporánea
En la actualidad, la reconstrucción de una Titua responde a la necesidad de restaurar el equilibrio perdido a través de siglos de desconexión con la tierra y la sabiduría ancestral. Se vincula con movimientos como el ecofeminismo, que denuncia el maltrato al cuerpo femenino y la sobreexplotación de la naturaleza como parte de un mismo sistema de opresión.
La edificación de una Titua no solo es una obra arquitectónica, sino un proceso espiritual que implica rituales de pagamento, ofrendas y cantos sagrados que fortalecen la conexión con el territorio. Es una declaración de intención de volver al origen, sanar las heridas del patriarcado y reconstruir un sistema de pensamiento basado en la armonía y el respeto mutuo.
Además, la presencia de una Titua en una comunidad fomenta la revitalización cultural y la transmisión de conocimientos ancestrales a nuevas generaciones, manteniendo el tejido de la sabiduría pensamiento vivo a través del tiempo.
Funciona como un centro de aprendizaje donde se enseña sobre la relación entre los ciclos de la mujer y su vínculo con la naturaleza, la espiritualidad y el vínculo con la cosmogonía y el bienestar colectivo. La práctica de ayunos individuales, encuentros comunitarios en la Titua permite a sus participantes reconocer su conexión interior, compartir experiencias y fortalecer lazos, promoviendo una cultura de respeto y reciprocidad.
Desde una perspectiva ecológica, la construcción de una Titua también tiene un impacto positivo al fomentar prácticas sostenibles. Su diseño basado en materiales naturales y su integración con el entorno reducen el impacto ambiental, mientras que sus principios de autogestión y cooperación inspiran a las comunidades a desarrollar modelos de vida más equilibrados y resilientes.
En la actualidad, la reconstrucción de una Titua responde a la necesidad de restaurar el equilibrio perdido a través de siglos de desconexión con la tierra y la sabiduría ancestral. Se vincula con movimientos como el ecofeminismo, que denuncia el maltrato al cuerpo femenino y la sobreexplotación de la naturaleza como parte de un mismo sistema de opresión.
Según las enseñanzas de los sabedores, la humanidad actual está en un proceso de retorno a la memoria ancestral. La historia de Teku y los hijos del sol simboliza la separación original y el llamado a la reunión. La reconstrucción de la Titua busca cerrar este ciclo de desamparo, permitiendo que los descendientes de todas las tradiciones nativas y colonizadoras se reconcilien a través del conocimiento y el equilibrio.
Los pueblos nativos, como los muiscas, han sido desterritorializados y despojados de su cultura, lo que hace que la reconstrucción de estos espacios sea fundamental para recuperar la identidad y la armonía con la naturaleza. Se plantea la creación de 33 Tituas en distintos puntos del planeta, extendiendo esta red de sabiduría como una forma de sanar y regenerar la humanidad.
La construcción de una Titua enfrenta dificultades económicas y logísticas, pues requiere recursos materiales y humanos. La madera sagrada, los rituales de pagamento y la participación de sabedores de la Sierra Nevada de Santa Marta implican un esfuerzo significativo en la obtención de fondos y en la movilización de la comunidad.
El proyecto también busca facilitar la transición de quienes desean reconectarse con la Madre Tierra, ofreciendo un proceso de adaptación que no implique una ruptura abrupta con sus formas de vida actuales.
La Titua es más que una construcción; es un manifiesto de reconciliación, sanación y renaturalización de la humanidad. Representa la posibilidad de una nueva humanidad basada en el equilibrio, sistema de equilibrio sabiduría pensamiento, la conciencia y la territorialización en armonía con la Madre Tierra. A través de su construcción y expansión global, se busca restaurar el telar dorado de la sabiduría ancestral, creando un futuro donde la humanidad vuelva a caminar en paz de la mano de la sabiduría de la madre tierra, con su entorno y consigo misma.
Es ahora o nunca. La Madre nos da vida, y nos espera
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Fuente: Muisca Buntkua
Transcripción, redacción y edición: Carlos Felipe Torres Gòmez