La Escuela de Moda con Sentido es un proyecto de educación transformadora dirigido a 100 mujeres adultas víctimas de violencia, que encuentran en el bordado, la costura y el diseño un camino para sanar, empoderarse y reconstruir su proyecto de vida.
Inspiradas por la riqueza de los saberes ancestrales, la tradición textil y la resiliencia femenina, tejemos juntas una propuesta de moda consciente, con impacto social, cultural y económico.
El proceso educativo tiene una duración de dos años y se divide en dos etapas:
🧶 Año 1 – Formación Integral
Técnicas de costura, bordado y diseño textil
Creación de productos con identidad cultural
Talleres de autoestima, liderazgo y empoderamiento femenino
Educación financiera y emprendimiento
👗 Año 2 – Producción y Autonomía
Diseño y producción de una colección de moda con sentido
Espacios de comercialización (ferias, redes, tiendas aliadas)
Fortalecimiento de capacidades comerciales
Creación de cooperativas o unidades productivas
Porque creemos que la moda puede ser una herramienta de sanación, dignificación y transformación. Apostamos por una industria más ética, que incluya, escuche y valore las manos y las historias detrás de cada prenda.
Cada puntada, cada tela y cada bordado es una forma de contar una historia y recuperar una voz que alguna vez fue silenciada.
100 mujeres formadas y empoderadas
100 familias con ingresos sostenibles
1 colección de moda con alma, historia y raíz
1 red de apoyo femenino para la vida
Contamos con el acompañamiento de líderes comunitarios, maestras del oficio textil, psicólogas, diseñadoras y el apoyo de organizaciones aliadas como la Saga Noanekan, la comunidad muisca de Fómeque y patrocinadores sociales.
Puedes vincularte como donante, aliado comercial, comprador consciente o mentor/a.
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Así transforma vidas la Escuela de Moda con Sentido
Lucía tiene 38 años. Vive en la periferia de una ciudad colombiana donde, como muchas mujeres, ha cargado silencios, heridas y luchas que no eligió. Su historia está marcada por años de violencia intrafamiliar, abandono, trabajo no remunerado y una sensación persistente de no valer.
Pero Lucía también tiene algo más fuerte que todo eso: una intuición. Una pequeña chispa que, aunque a veces tenue, no se apaga. La certeza de que su vida puede ser otra.
Esa chispa se encendió por completo el día que escuchó hablar de la Escuela de Moda con Sentido.
El primer día de clases, Lucía llegó con la mirada baja. No sabía coser, nunca había bordado, y mucho menos imaginaba que sus manos pudieran crear algo bello. Pero en ese círculo de mujeres, algo fue distinto.
Las formadoras no solo enseñaban costura: hablaban de sanar, de volver a habitar el cuerpo, de transformar el dolor en belleza. Se tejían historias, se compartían lágrimas y risas mientras la aguja pasaba una y otra vez por el lienzo. Cada puntada era una afirmación:
"Yo puedo. Yo valgo. Yo existo."
Con el paso de los meses, Lucía aprendió. Pero no solo a diseñar: aprendió a confiar. A imaginar. A escribir su historia en hilos de colores, en telas que narraban la memoria de su madre, la fuerza de su abuela, la esperanza por sus hijas.
El segundo año del programa trajo un nuevo reto: crear una colección de moda con sentido. Fue entonces cuando Lucía ideó una línea de bolsos tejidos que llamaría “Raíz Viva”. Cada bolso llevaba un símbolo ancestral, una flor bordada, una historia escrita en colores.
Su colección fue seleccionada para una feria de emprendimientos sociales. Vendió todo. Y más allá del dinero, algo dentro de ella se acomodó: su lugar en el mundo ya no era la sombra. Era la creación.
Hoy, Lucía tiene su propio taller en casa. Emplea a dos vecinas. Da talleres a adolescentes en el colegio de su hija, enseñándoles que sus manos también pueden construir futuro. Ha salido de la violencia. Ha recuperado su voz.
Y no lo hizo sola. Lo hizo tejida a otras, acompañada por una red de mujeres que creen que la moda puede ser medicina, memoria y motor económico.
La Escuela de Moda con Sentido no es solo una capacitación. Es una puerta. Un puente. Una raíz que se expande.
Apoyar este proyecto es apoyar cientos de historias como la de Lucía. Es tejer esperanza en territorios heridos. Es bordar un nuevo mapa donde la belleza, la dignidad y la justicia estén al alcance de todas.
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